Tonterías y sentido común

Tonterías. Nos las ofrecen cada día y las consumimos en cualquier plataforma digital. Nos encantan. O, por lo menos, es innegable que nos entretienen. Saben perfectamente cómo matar nuestro tiempo y echarlo a perder sin que nos demos cuenta. Nos pillan despistados, en el sofá, durante las horas más tontas del día. Este fenómeno se ha integrado con facilidad en nuestra sociedad contemporánea. Se le llama “hacer zapping” y ya es una práctica fundamental que mata el aburrimiento al que aún somos incapaces de acostumbrarnos.

La pantalla es una buena amiga cuando se trata de escapar de la realidad, a través del mundo artificial y fácil de digerir que ella misma nos vende. Resulta tentador sumergirse en la vida amorosa de muchos artistas, sentirse protagonista de los cotilleos que integran los realities o intervenir en las polémicas más disparatadas que cualquiera podría llegar a imaginar.

Ahora, solo parecen importar los problemas de convivencia que marcan a los protagonistas de Supervivientes; quién será la pareja definitiva del tronista en torno al que gira el salseo deMujeres y Hombres o las discusiones sobre infidelidades, rupturas y reconciliaciones ajenas que conducen a debates absurdos en el plató de Sálvame.

Algunos no se resisten a la basura audiovisual y hacen de ella una compañera de paseo por la rutina. Hay mucho talento desperdiciado. Sin embargo, quedan toneladas por exprimir con el fin de que, paulatinamente, las tonterías que rondan por nuestro subconsciente se conviertan en pasión por la cultura auténtica, ilusión por aprender y espíritu crítico.

Desconectar es necesario, pero también es conveniente ser conscientes del contenido al que acudimos con tal de olvidarnos de los problemas cotidianos. No obstante, las tonterías dejan de serlo, en parte, cuando nos ayudan a sobrellevar el estrés y la ansiedad del día a día. Eso sí, no debemos dejar que estas protagonicen nuestras prioridades. Hagamos zapping, pero esta vez con una pequeña dosis de sentido común.